sábado, 8 de agosto de 2015

Opinión. ¿Un aumento del sueldo mínimo contribuiría a mejorar las condiciones laborales de millones de trabajadores peruanos?

A propósito de la discusión surgida en los últimos días respecto del incremento del sueldo mínimo y su posible efecto favorable para los trabajadores más desprotegidos y vulnerables de nuestro mercado laboral, cabe plantearse una duda central: ¿a cuántos trabajadores realmente beneficia? O mejor dicho, ¿a cuántos trabajadores realmente no se llegará ni se beneficiará en el país con esta medida? 
 
La pregunta aborda un tema central que, a pesar de ser obvio, sin embargo parece ignorado sistemáticamente por las discusiones propiciadas por las propias autoridades gubernamentales. Lo ocurrido en los días previos, con una publicitada discusión entre algunos Ministros respecto de la necesidad o inconveniencia de su incremento, parece azuzar precisamente ese lamentable efecto distractivo que no contribuye en absoluto a focalizar la atención en el asunto central.
 
Todos conocemos que la informalidad del mercado laboral peruano supera largamente la monstruosa cifra del 70%. Es decir que menos del 30% de la fuerza laboral del país se encuentra sujeta a la normatividad laboral vigente. El resto de trabajadores, es decir, la abrumadora mayoría vive y se desenvuelve en un ambiente desconocido por la legislación laboral formal, donde ninguna regulación, sueldo mínimo o beneficios sociales resultan válidos. Es un escenario tan sórdido que incluso puede rivalizar con los argumentos de muchas taquilleras películas de terror.
 
Y en ese 30% de la fuerza laboral que tiene la fortuna de vivir en la formalidad, ¿a cuántos trabajadores realmente se incluye con los beneficios de un incremento del sueldo mínimo? Se estima que involucra aproximadamente a 800,000 trabajadores. Es decir, un tema que aparenta ser de impacto nacional por la dimensión de la discusión generada en las mas altas esferas gubernamentales, sin embargo corresponde a un porcentaje verdaderamente minúsculo de la fuerza laboral nacional, mientras que la gran mayoría de trabajadores sigue viviendo en el terrible "agujero negro" de la informalidad, a tal extremo que su infeliz situación ni siquiera amerita atención por parte de las discusiones gubernamentales de alto nivel.
 
Resulta por lo demás evidente que esta focalizada discusión dirigida a "beneficiar" a los 800,000 trabajadores jamás encontrará una solución viable, por lo que es grave seguir enfrascados en una discusión infinita. Una sana lógica económica nos dice que cualquier aumento del sueldo mínimo debe implicar primero un aumento de la productividad y que sólo en la medida que ello se produzca entonces es viable el incremento del sueldo mínimo. Con un mercado laboral sumido en la informalidad en más del 70%, ¿acaso es serio sostener que se puede mejorar la productividad sin previamente adoptar medidas de carácter estructural que busquen precisamente la disminución sistemática de la informalidad? ¿Los diversos gobiernos en las últimas décadas han planteado la discusión para establecer políticas de estado razonables que busquen revertir esta situación de fondo?
 
Desgraciadamente las respuestas son negativas. Y todo parece indicar que se sigue prefiriendo el facilismo de propiciar discusiones coyunturales y parciales sobre los problemas sustanciales de la economía nacional, en lugar de abordar el asunto de manera integral y definitiva. 
 
Veamos el asunto con objetividad entonces. No es posible que el país siga entrampado en la lógica histórica de legislar y preocuparse sólo de pequeños sectores mientras se desconoce sistemáticamente la situación que padecen inmensos sectores de la población. ¿No es ésta acaso la perniciosa realidad que no podemos superar desde hace casi 200 años y que contribuye a ampliar la ignominiosa brecha social que perjudica a las grandes mayorías y que nos ancla en el atraso y el subdesarrollo?
 
La respuesta es evidente. Por eso debemos abordar las cosas con criterio lógico y darle el lugar que se merece a la integralidad de nuestra amplia y diversificada fuerza laboral. En el momento que decidamos apostar por crear un ambiente propicio para alcanzar el verdadero bienestar e inclusión laboral de millones de trabajadores peruanos, superaremos al fin esta inercia histórica orientada a la jibarización de los grandes problemas nacionales y a la marginación de los intereses de las mayorías. Desafortunada tendencia a la cual, con estas inacabables discusiones sobre el aumento del sueldo mínimo, nos seguimos aferrando con increíble empeño.

Fuente: Diario El Comercio / Rumbo Empresarial GRUPO NELVA DESIGN

Los altísimos niveles de informalidad laboral en el país son temas sustanciales que desde hace décadas no se abordan con políticas de estado de mediano y largo plazo que busquen superarlos de manera definitiva. Foto: Perú 21 

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