En el mundo
de las relaciones laborales, durante décadas se consideró como algo natural que la
seguridad y estabilidad laboral de millones de trabajadores estuviese en manos
casi exclusivamente de los empleadores y de las posibilidades de éstos para
mantenerlos en sus puestos de trabajo de manera indefinida. En este contexto, es
probable que la gran cantidad de trabajadores considerasen como algo natural
que sus vidas laborales transcurrieran realizando actividades rutinarias que
poco o nada contribuían con su felicidad personal o colectiva. En muchos casos
se veían en la necesidad de realizar dichas actividades simplemente para
justificar sus sueldos y sus puestos de trabajo frente a sus empleadores.
Si a esto le
sumamos el difundido pensamiento de antaño de la inevitable convivencia con la
infelicidad como estado natural del ser humano, no resulta muy difícil adivinar
la razón por la cual obtuvo gran arraigo la popular visión -desafortunadamente todavía vigente en
muchos círculos- que señala que el trabajo es una pesada carga que millones
de personas están obligadas a realizar inevitablemente en sus vidas para asegurar
un sustento personal y familiar. Quizá muy pocos se cuestionaron si esos millones
de trabajadores estaban posibilitados de alcanzar durante esos años de relación
laboral mayores grados de felicidad y satisfacción con la realización de sus
actividades diarias.
Sin embargo, con
los vertiginosos cambios de la economía internacional en los últimos tiempos, esta
tradicional visión de las relaciones laborales ha tenido que adaptarse
rápidamente a las nuevas circunstancias. La principal transformación que puede
observarse es que el futuro de los trabajadores ya no depende exclusivamente de los
empleadores ni del deseo de éstos por mantenerlos en sus puestos de trabajo de
manera indefinida. La razón de esta situación no es muy difícil de
adivinar: el inestable contexto económico internacional viene produciendo a
diario grandes fusiones, absorciones, liquidaciones, etc. de los conglomerados
empresariales locales e internacionales de todos los tamaños, lo
cual sencillamente ha dejado de lado la propia estabilidad y supervivencia de
los empleadores y de sus tradicionales empresas.
Entonces, el nuevo
concepto de seguridad y futuro laboral parece depender cada vez más del esfuerzo
que coloquen los propios trabajadores en mejorar su nivel de empleabilidad para
afrontar exitosamente las inesperadas contingencias a las que están expuestos diariamente
sus empleadores.
Por tanto, el nuevo
concepto de empleabilidad viene ganando cada vez mayor significación
para millones de trabajadores. Definido por la destacada especialista Inés Temple como “la capacidad o la facultad que
tiene una persona de mantener o mejorar su empleo actual o lograr uno nuevo, de
igual o mejor nivel de satisfacción profesional/personal que el actual, en un
tiempo determinado”[1], su
enorme importancia radica en el profundo cambio de enfoque que introduce
respecto de las relaciones laborales tradicionales.
Así, el permanecer
en un puesto de trabajo ya no se percibe ahora como una pesada carga que deba
mantenerse indefinidamente a expensas de la voluntad única del empleador. A
través del progresivo fortalecimiento del concepto de empleabilidad, se
viene asumiendo cada vez con mayor amplitud que los trabajadores tienen un novedoso
poder personal para decidir y elegir dónde desarrollar adecuadamente sus
habilidades técnicas y profesionales durante el transcurso de sus vidas
laborales que redunden finalmente en mayores grados de felicidad y satisfacción
personal.[2]
[1] TEMPLE,
Inés, Usted S.A. Empleabilidad y
Marketing Personal. Lima, Grupo Editorial Norma, 2010. página 40.
[2] Inés Temple, al definir la importancia de profundizar los nuevos conceptos de empleabilidad y
realización personal, subraya que gracias a ello ahora “…si no estamos
contentos con nuestro trabajo o si estamos en una organización que atenta
contra nuestros valores o si realmente ya no somos felices allí, podemos ser
capaces de tentar nuestras posibilidades de encontrar otro trabajo mejor que
nos dé mayores satisfacciones en corto tiempo”. Ibid, página 41.
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